Murió Yevgueni Yevtushenko. Había nacido en Siberia en 1932; su primer poema fue publicado en el diario Sovietski Sport
en 1949, cuando contaba con escasos diecisiete años; con el tiempo se
convertiría en el miembro más joven de la Unión de Escritores de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Con más de 150 obras en su haber fue nominado desde 1963 en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura.
En
la década de los 60, los jóvenes lo ungieron como su poeta preferido
dado su estilo nuevo y fresco, de ahí que se transformara en un símbolo
importante de ruptura con el duro estalinismo en la época del mandato de
Jrushchov. Su poesía brincó de temáticas como la amorosa hasta el
resurgimiento del antisemitismo, pasando por el enorme poder de la
burocracia.
Fue ensayista, novelista, guionista y director de
cine; autor de canciones, con más de 150 obras en su haber fue nominado
desde 1963 en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura. Una obra
clave en su producción literaria fue No mueras antes de morir,
escrita en 1998, donde describe con enorme ironía, entre lo ficticio y
lo documental, la situación que presentaba la Unión Soviética en los
inicios de la década de los 90.
En el poema “Bratski Ges”
(“Estación hidroeléctrica Bratski”) encontramos el siguiente verso: “En
Rusia un poeta es más que un poeta”, el que se convertiría en un
aforismo y su manifiesto personal. Al enterarse de su fallecimiento
Natalia Solzhenitsyn, viuda del escritor y disidente ruso Alexander
Solzhenitsyn, que recibiera el Nobel de Literatura en 1970, dijo sobre
Yevtushenko: “Influyó en el tiempo en que vivía e hizo cambiar muchas
cosas”.
Fue bautizado por algunos como “el poeta del deshielo”,
otros lo denominaron el del “inconformismo”, dada su libertad de tono y
su ruptura con las normas que se admitían en la literatura de la época
estalinista. En 1968 visitó México, como único participante del mundo
comunista, al Encuentro Internacional de Poetas que formó parte del
programa cultural de los Juegos Olímpicos de México 68. Hizo una lectura
de sus poemas en ruso que fueron traducidos al español ante veinte mil
personas.
Fue sepultado en el cementerio de Peredélkino, un poblado en las afueras de Moscú, cerca de la tumba de otro enorme literato como fue Boris Pasternak; así era su deseo.
De alguna
manera el poeta se transformó en una molestia para la élite gobernante
soviética; cuando la URSS colapsó decidió acabar sus días en Estados
Unidos. Entre sus irreverencias frente al poder se cuenta que una vez
fue interrogado sobre por qué se ponía las camisas estampadas con flores
multicolores que solía usar, siendo su respuesta demoledora: “Lo hago
sólo para dar un poco de color a la gris vida soviética”.
Desde
1991 vivía en Estados Unidos, siendo profesor de literatura en la
Universidad de Tulsa, Oklahoma, al momento de su fallecimiento. Solía
decir: “Me acusan de dar clases en Estados Unidos, incluso de vender mi
alma a la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Pero yo doy clases a
los nietos de aquellos que se abrazaban con nuestros abuelos en las
orillas del río Elba”.
Fue sepultado en el cementerio de
Peredélkino, un poblado en las afueras de Moscú, cerca de la tumba de
otro enorme literato como fue Boris Pasternak; así era su deseo. Este
pueblo era un lugar mítico donde tenían sus casas de campo los
escritores y artistas soviéticos.
Entre sus obras destacadas se
encuentra el poema “El ajedrez de México”, escrito originalmente en
español durante la visita que realizara en 1968, el cual transcribo a
continuación:
El ajedrez de México
El sol amodorrado.
El polvo amodorrado se derrumba por el camino.
El tañido amodorrado del espejismo.
El gemido amodorrado de un buey.
Flotan bamboleándose con modorra
un sombrero y otro sombrero;
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.
En castellano el peón es el campesino más pobre
y es también
la figura más pequeña del ajedrez.
Sacrificar al peón es una ley de todos los partidos,
el triste ajedrez de América Latina
es una burla amarga para ustedes:
primer peón,
segundo peón,
tercer peón.
Los pedacitos de la tierra campesina
son las casillas de este tablero tan cruel.
Con ustedes, los héroes del machete,
juegan desde los tiempos más lejanos.
Las manos sucias que no huelen nunca
como huele el mango salado del machete.
Juegan con el primer peón,
con el segundo peón,
con el tercer peón.
¡Que lástima, señores socios del ajedrecismo político,
que este tablero no sea liso!
¡Sería magnífico nivelar estas incómodas montañas!
¡No dejan jugar!
¡Afuera estas torpes palmas y estas cabañas!
Y la muerte mete en su sombrero,
brillante por fuera, pero negro por dentro,
los mete a ustedes:
el primer peón,
el segundo peón,
el tercer peón.
¡Traición, hermanos peones!
¡Quitaron del tablero a Emiliano Zapata y Pancho Villa!
El peón que cumplió su papel
no es necesario para los señores ajedrecistas.
Nos sacan a todos del tablero
o el puño de hierro,
o dos dedos, tan tiernos,
quitan al primer peón,
al segundo peón,
al tercer peón.
Cuántos peones cayeron
sin cantar hasta el fin La cucaracha.
Ellos no se convirtieron en reyes.
¡Las patadas son tan duras!
Pero dentro de los muertos
se ocultan los reyes,
asesinados en los peones;
en el primer peón,
en el segundo peón,
en el tercer peón.
¡Viva el quinto peón!
Artículo tomado de letralia.com. Escrito por Washington Daniel Gorosito Pérez, publicado el 15 de junio de 2017 con expresa autorización de letralia.com
Washington Daniel Gorosito Pérez Escritor uruguayo (Montevideo, 1961). Radica desde 1991 en Irapuato, Guanajuato (México). Catedrático universitario, investigador, escritor. Tiene premios de cuento, poesía, ensayo, periodismo e investigación en Uruguay, México, Argentina, España, Estados Unidos, Brasil, Alemania y Francia.
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