Una hoja se le cayó al profesor Ambrosio de su carpeta cuando salió del salón al finalizar la clase. Marta la recogió e intentó alcanzarlo para entregarsela, pero ya se había perdido entre el tumulto de estudiantes que había ese día en los pasillos y en todas partes. Decidió guardarla para devolversela después pero la curiosidad la venció y leyó lo que decía:
Por la mañana hazme saber de tu gran amor,
porque en ti he puesto mi confianza.
Señálame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.
porque en ti he puesto mi confianza.
Señálame el camino que debo seguir,
porque a ti elevo mi alma.
Salmos 143:8
Ya había escuchado los rumores. Algunos profesores de la Facultad comenzaban a hablar entre ellos sobre lo que estaba pasando con Ambrosio. Parece que no era bien visto por sus colegas el repentino cambio que estaba teniendo. Lo cierto es que ya se le veía leyendo en la cafetería, no sus textos de consulta comunes a cualquier otro profesor de filosofía, sino la Biblia.
Desde entonces, las columnas comenzaron a mostrar fisuras.
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