domingo, 28 de agosto de 2022

El desastre de Chernobyl | Parte I


Digamos que se llama Lorena. Es rubia y de piela blanquísima. Por supuesto es guapa, guapísima. Tiene un cuerpo que te mueres, tiene una estampa que si sales a la calle con ella, para el tráfico. Era un orgullo salir con ella cogidos de la mano, en cualquier sitio se nos quedaban viendo. Y ella, oronda y vanidosa, lo sabía, y no disimulaba ese hecho, cada una de esas situaciones era una manotada de sal que condimentaba su ego; y ella convencida. Se cuidaba mucho, usaba todas las cremas disponibles, tenía una piel  tersa y suave, de porcelana china, a pesar del embate de los años (no tantos en realidad). Todo en el exterior era dicha, felicidad asegurada, goce. 

Pero decir que era tóxica, es un exceso de amabilidad. Tenía sus cosas en la cabeza, sus desajustes, sus emociones en el suelo y una abulia por cambiar la situación. Aunque hacía sus intentos: buscaba ayuda a su manera, preguntaba y consultaba con profesionales, intentaba abandonar sus malos hábitos. Pese a todo ello, el mismo demonio la perseguía y ella sucumbía fácilmente a la locura de sus propuestas sin la menor resistencia.  

(Continuará...)

martes, 3 de noviembre de 2020

Proyecto en Marcha


El Gran Salto Adelante de Mao Tse Tung tomó unos diez años. Los historiadores del futuro luego han venido a juzgar los medios por lo que se llegó a la Revolución Cultural, las muertes, las inaniciones, etc. Pero, parafraseando un poco al difunto Zbigniew Brzezinski, ex-asesor de política exterior de Jimmy Carter al ser interrogado por un periodista que le increparía, años después, por que EE.UU. fue impulsor de Al-Qaeda sin saberlo: "¿Que es más importante ante la Historia, haber armado un puñado de terroristas? ¿O la caída de la Unión Soviética?"

Todo lo que sucede en debería representar solo una proyección de lo que somos nosotros mismos en realidad.

martes, 26 de marzo de 2019

El maldito libro de Berlín | Profesor Ambrosio

Ambrosio meditaba en sus libros. Esta vez había un apagón generalizado en la ciudad y aprovechó para iluminar su biblioteca con velas y velones que puso por todas partes. Se creo una atmósfera especial, monacal para sí mismo. Estaba convencido que había un misticismo en los libros que copiosamente leía, en sus incunables que guardaba celosamente y que para él contenían grandes secretos y verdades. De modo que se propuso reforzar ese ambiente misterioso aprovechando la ausencia de luz artifical y colocando una gran cantidad de velas aquí y allá.

Y ahora esa aura reverencial y misteriosa se veía decuplicada por las sombras de los libros provocada por la luz del fuego. Las sombras bailaban y los ejemplares acostados sobre la mesa lucían más grandes, más imponentes y hasta desafiantes, parecían los fantasmas de grandes columnas de la antiguedad, enormes fotalezas de piedra que los siglos no habían podido mellar.

De este modo el profesor Ambrosio se regocijaba leyendo un ejemplar sentado plácidamente en su gran sillón café, bajo un gran velón principal de color rojo colocado en una repisa alta que le alumbraba las amarillentas hojas. El libro era un antiguo ejemplar de una oscura edición de los años 70, editado en Barcelona. Era una traducción de una novela inacabada del autor galés Arthur Machen, encontrada por casualidad en una librería de viejo de Berlín, en una de sus tantas correrías literarias por Europa central. Era una rareza, un ejemplar bastante extraño y que guardaba bajo llave en una galería secreta que tenía detrás de su biblioteca. Lo leía por décima ocasión. Era la primera vez que lo hacía bajo la luz del fuego. Entonces creyó leer y comprender su contenido de manera diferente.

Las letras del papel comenzaron a danzar ante sus ojos: tomaron formas diversas y extrañas, hacían acrobacias y saltaban por el papel como una zarzuela, o como en un circo. Entonces vio escenarios de sueños que había tenido mucho tiempo atrás. Vio calles de mármol, atardeceres de colores, parques verdes y floridos con rampas para bicicletas y patinetas, calles bajas, autos rojos sobre asfaltos relucientes y limpios, casas amplias y altas, botas y zapatos de marca caminando sobre andenes pulidos y trabajados con cuidado. Vio edificios altos y arrogantes, vías por donde se movían autos de marca, grandes tiendas de ropa y restaurantes. Vio otras vías que iban en bajada y en subida, vio bolardos extraños, vio grandes galerías de cuadros, tiendas de hamburguesas y una droguería muy grande. Quiso sacudirse la cabeza para no ver más, pero por un impulsó que aún hoy sigue sin comprender siguió mirando.

Continuó observando todo ese lugar como un sueño y de pronto la vio. Vestía toda de negro, chaqueta de cuero ceñida, pantalones leggins apretados y muy sensuales, botas Martens negras y recién compradas. Un mechón de color verde había invadido su pelo lacio. Se veía más alta y mayor, quizá un par de años mayor, con la mirada más adulta, altiva, dueña de una seguridad que se alejaba ya de aquella mirada huidiza de niña tímida. Tenía una cara más pedante, más imponente, más cabrona, más sexy, más deseable. Estaba de pie, frente a una casa de fachada verde. Apoyaba fuertemente uno de sus pies en el andén y el otro sobre el asfalto, de modo que su rodilla doblada la hacía lucir como una joven rockera y rebelde mucho más atractiva que antes, más tentadora, más desquiciante. 

Entonces recordó su nombre, si, aquella chica que ostentaba el nombre del redentor hacia ya tanto tiempo. ¿Dónde estaría ahora? ¿Ya se habría casado? ¿Tendría novio? ¿Se habría matado? Ya no se sentía tentado a espiarla en sus redes sociales, ¿para qué? si era más viva y más real en sus recuerdos, en la ficción, incluso en sus sueños y visiones. Aquella chica de la que se había prendado durante un tiempo corto. Se lamentó no haber luchado más por ella. Lo cierto es que nunca la olvidaría y el maldito libro de Berlín se la iba a recordar hasta el último día.

Cerró el ejemplar de golpe y fue a comprobar si la luz eléctrica ya había sido reestablecida. Así era. Procedió a apagar todas las velas, el fuego se extinguió y la atmósfera de monasterio se fue evaporando lentamente. Aspiró con fuerza el último hálito del perfume de las velas y se fue a su balcón a fumar un cigarro Lucky Strike. Tomado de la barandilla y viendo toda la ciudad desde su apartamento, se preguntaba en qué parte podría encontrarse ella y qué andaría haciendo aquella bella loca y lolita que le arañó el corazón. Acabó de fumar y se encerró en su cuarto a dormir y no pensó más en ella. Por ahora.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Sun Is Shining | Axwell Λ Ingrosso

Nota: Clickea en el video de más abajo y canta la canción siguiendo la Lírica o Lyrics de esta maravillosa canción (Sun is Shining - Axwell).

A simple band of gold
Wrapped around my soul
Hard forgiving, hard forget

Faith is in our hands
Castles made of sand
No more guessing, no regrets

Then you came my way on a winter's day
Shouted loudly come out and play
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

And we're gonna be alright
Dry your tears and hold tight
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

And we're gonna be alright
Dry your tears and hold tight
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

Diamonds to behold, waiting to unfold
Bite the bullet, bite your tongue

Love beyond belief
Raid the seven seas
Come uneven, come undone

Then you came my way on a winter's day
Shouted loudly come out and play
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

And we're gonna be alright
Dry your tears and hold tight
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

Sun is shining and so are you [6x]

Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

And we're gonna be alright
Dry your tears and hold tight
Can't you tell I got news for you
Sun is shining and so are you

Sun is shining and so are you [8x]

jueves, 25 de octubre de 2018

La comprensión del Destino

Quizá el profesor Ambrosio lo comprendió desde que era un joven estudiante de filosofía. O tal vez en algún perdido libro de su gruesa biblioteca familiar. O cuando leyó alguna línea en algún perdido libro de esos que conservaba su abuela paterna en cajas de madera corredizas debajo de la cama de su tío. Quizá un día se levantó de la cama con esa certidumbre y al poco tiempo entendió que su destino ya estaba marcado. O a lo mejor fue después de aquella vez, en el ya lejano pasado, en que conoció a esa niña de naricita respingada, de pelo rojizo y alborotado, cubierto a veces por una gorra gris que significó mucho para ella. Estilizada, ágil, blanca, de mirada extraviada, perdida, depresiva. A esa muchacha de voz ondulada y graciosa, de rasgos finos, sutiles, cálidos y adornada por una belleza incalculable. A esa chica que vestía casi siempre de negro, protegiendo su piel blanca y delicada, esa piel que siempre emanaba un aroma a frío bosque septentrional. A esa muchachita de ojos apagados cuyo fuego quiso encender y mantener vivo como una braza. Sí, tal vez fue en ese momento, cuando la conoció. Cuando tiempo después advirtió que algo en su interior se comenzó a agitar. Muy probablemente Ambrosio no fue consciente sino hasta mucho tiempo después de eso, cuando pasó ese huracán que se llamaba ella, y dejó los destrozos. Solo fue consciente cuando se despertó una mañana y vislumbró todo alrededor hecho pedazos. O cuando colocó el último ladrillo después de la larga reconstrucción y vio que ya estaba resuelto. Aún cuando las apariencias indicaban que ya parecía verse algo parecido al orden, a lo lejos, en lozanía, podían adivinarse todavía ciertas ruinas que no cesaban de humear. O tal vez nunca lo entendió y siguió su vida como si ya los destrozos no existieran.

Ya no recuerda muy bien que sucedió con ella. Su memoria comienza a apagarse, pues no en vano pasan los años y el devenir de la vida ayuda a forjar un carácter donde esos episodios de antaño se quedan como eso, recuerdos a veces falseados, exagerados o echados en el olvido casi que para siempre.

Ambrosio le escribió un libro de cuentos y una novela a aquella muchachita. Los cuentos lograron cierta notoriedad y le valieron varios premios nacionales e internacionales. Su intención real era llamar su atención, pero no lo logró. La fama, el reconocimiento, los micrófonos y toda esa parafernalia de los escritores vedette, le tenía sin cuidado.

Luego de eso se embarcó con mucha violencia a escribir y a su carrera como profesor de filosofía. 

Tal vez, en una soleada mañana de sábado, en su gran apartamento, en frente del gran ventanal que le daba una vista hermosa de la ciudad, mientras fumaba un cigarrillo, entendió cuál era su destino y con él el de todos los escritores que habían nacido antes que él y los que vendrían después: que la soledad, a veces dolorosa, es la única compañera fiel del artista verdadero, y que el amor, o más bien, el simulacro del amor, no es más que el basamento de su obra venidera.

martes, 18 de septiembre de 2018

Johnny Cash - Hurt (Logan Version) | Preludio Vlog

Nota: Clickea en el video de más abajo y canta la canción siguiendo la Lírica o Lyrics de esta maravillosa canción (Hurt - Johnny Cash) de la película Logan.

[Verso 1]
I hurt myself today
To see if I still feel
I focus on the pain
The only thing that's real
The needle tears a hole
The old familiar sting
Try to kill it all away
But I remember everything

[Coro]
What have I become
My sweetest friend?
Everyone I know
Goes away in the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt

[Verso 2]
I wear this crown of thorns
Upon my liar's chair
Full of broken thoughts
I cannot repair
Beneath the stains of time
The feelings disappear
You are someone else
I am still right here

[Coro]
What have I become
My sweetest friend?
Everyone I know
Goes away in the end
And you could have it all
My empire of dirt
I will let you down
I will make you hurt

[Outro]
If I could start again
A million miles away
I would keep myself
I would find a way

function cambiarModo() { var cuerpoweb = document.body; cuerpoweb.classList.toggle("oscuro"); }