miércoles, 23 de marzo de 2016

Juliana



A Juliana la bella, 
aquel cisne extraviado

Aún en albañales clandestinos, luces alta y bella
Hermosa náyade de cristal, trémula y frágil
Te codicia la turba alicorada a manos de botella
Rodeada como estás, de encanto juvenil.

Te paseas como cisne extraviado sobre aguas turbias
Buscando la felicidad en medio de la cascada de egoismo
Con tus labios carmesí y tu exuberante cabellera negra, el corazón  alegras
Y en medio de tu debilidad, eres fémina llena de heroismo.

Bella y blanca flor de la montaña, bella entre las químeras artificiosas
De este gélido rincón al que viniste a parar
Invitas entre copas a tus delicias
y a las segundas y terceras plantas, a las puertas cerrar

Engalanada al aroma de los geranios de tu tierra
Oigo el acento divino que de tus labios brota
Y rendido a los encantos de tu fina estampa
Balbuceo bajo neones y estridencias y con voz entrecortada
Las letras de tu nombre simulado: Juliana

Juliana de la estera barrial
Juliana la hermosa, altiva y arrogante
Juliana la cariátide de piel de mármol
Juliana la Reina de la noche

Antes de que respondas te arrebatan unas manos sucias
Y tu lumbre femenina se diluye entre escalones al patíbulo
Y te espero con mi botellón y mis angustias
De saberme enfadado y en un rincón, exiguo

Bajas y vuelves a subir, como una montaña rusa
En la que montan decenas de niños despistados
Tratando de sentir la locura de tus frutos, una mano intrusa
Y ves a todos esos fulanos, por tus curvas desgraciados

Me voy de este circo, no sin profunda pesadumbre
Tus ojos se posan furiosos sobre mi escabullida
Y te respondo con los mios lejos en la muchedumbre:
¿Juliana, por qué no te conocí abogada?

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