domingo, 25 de septiembre de 2016

¿Volver a Andrés Caicedo?

En la época de mi adolescencia tardía llegué a tener prácticamente toda la colección de Andrés Caicedo, es decir, todos los libros publicados de sus escritos. Pocos años después tenía también algunos otros sobre él. Fue una decisión dificil, dificilísima, el haber renunciado a toda su literatura, a su influencia (nefasta en muchos casos) y a su imagen empotrada en mi mente y corazón, como la del héroe al que seguí durante algún tiempo. Me deshice de sus libros y ya no recuerdo como fue, en alguna hoguera quizá.

Hoy, algunos lustros después, y a algunos días de su natalicio, la sombra del maestro vuelve a posarse vacilante, en algún oscuro rincón de la mente, como regresando a reclamar lo que le pertenece, o a terminar la labor que quedó inconclusa. Del atroz genocidio literario al que voluntariamente me sometí, solo conservé dos libros: 'Angelitos Empantanados' y 'El Atravesado', ambos, como es natural, en ediciones piratas. Pero el libro que más adoré y el que releí y seguí a pies juntillas con más fervor fue sin duda 'Qué Viva La Música', mi biblia personal de los 17 a los 24-25 años. Ese libro tan mal comprendido, tan tergiversado por mis prejuicios de antaño, tan manoseado por mis miedos y por mis autorepresiones, parece hoy querer volver con fuerza inusitada. Un panfleto que grita sordamente desde el pasado reclamando una vigencia renovada y ¿renovadora?. 

Entre otras cosas por eso recuerdo con cierto nostálgico resquemor, como vendí impunemente el primer ejemplar de Colcultura de 'Qué Viva la Música' que tuve en mi haber, una joya que hoy en día escasea y que bien puede andar resguardada en cajas blindadas. Cosa que hoy sólo tiene una importancia económica gracias al escandaloso ruido de una mediocre y vulgar película que más parece un insulto que otra cosa.

Tal vez lo que oigo hoy es el llamado del maestro desde la sombra, una nueva convocatoria al descenso a la sombra febril del caos y el exceso, el de pararme nuevamente ante su creación, esta vez desde otra estatura. ¡Quién sabe! Tal vez lo vuelva a leer después de todos estos años, quizá encuentre algo nuevo o quizás no. El tiempo lo dirá.

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