jueves, 13 de octubre de 2016

Cuando el Premio Nobel de Literatura solía coronar escritores y no músicos

¿Está la Fundación Nobel en decadencia?


Bob Dylan
GALARDÓNADO CON EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA 2016


Escenario de la ceremonia de entrega de los Premios Nobel en Estocolmo

Lamentable, por decirlo menos, ha sido la decisión de la Academia Sueca de las Letras de entregar el máximo galardón de literatura a alguien que no es un literato; una bofetada al mundo de las letras. Por primera vez en 116 años no habrá yerro más sonado para la Fundación Nobel desde que no se le otorgó a Borges, eterno candidato. Y es que hoy, cuando nos enteramos de la noticia, nadie ha podido comprender por qué el Comité sueco decidió darle el Nobel de Literatura, no a un escritor sino a un músico. En un escueto comunicado la academia afirma: "por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense''. El 13 de Octubre de 2016 será recordado por la historia de las Letras como el día del despojo y de la ingenuidad (por usar un término amable) de coronar a alguien que ni siquiera sonaba entre los favoritos. Una mirada a la definición de Premio Nobel, bastaría para comprender el enorme desacierto. El señor Bob Dylan podrá haber revestido de mucha pretendida poesía a sus canciones, pero no pasa de ser un cantante perteneciente al establecimiento comercial de EE.UU. y nada más, pero, ¿un maestro en literatura? Atenea hará llover a truenos en Estocolmo. Teniamos favoritos como Murakami, Ngugi wa Thiong’o, Don DeLillo, Philip Roth o Milan Kundera. Hay quienes se preguntan si el comité en pleno, durante las deliberaciones, no habría bebido demasiados snaps. Lo de esta mañana es un Nobel más para escuchar que para leer, muy pobre.

La Academia Sueca deja así en entredicho su prestigio y credibilidad. El Nobel está muy sobrevalorado. Pero ni la fría y disciplinada Escandinavia escapa a los vientos grises y caóticos que recorren el mundo: vivimos en una época donde las artes y las ciencias humanas no viven su mejor momento. Voces se levantan aquí y allá pidiendo la abolición de aquellas carreras 'inútiles' para incentivar y profundizar en aquellas más 'productivas' y que se encuentran en mayor consonancia con "las exigencias del mundo actual". Se nos vino la superficialidad, se enseñorea lo baladí, lo inmediato, apologetas de los efímero e inútil se quieren erigir como nuevos reyes, conductores de masas maleables y estúpidas. Ya lo dijo muy bien alguien, estamos en la Era de Donald J. Trump.

En casi todas partes se respira confusión y ambivalencia. Casi estamos imbuidos en un ambiente enrarecido de causas y efectos contradictorios, extraños, desconocidos hasta ahora. Los demonios del caos y de la gresca que recorren el mundo, lograron traspasar las murallas heladas de Estocolmo, otrora inexpugnables y cultas. Esperemos que esta payasada cósmica no se prolongue más allá del 8 de noviembre. Las apuestas están abiertas señores.

Mientras tanto, no dejemos de leer. Los invito a nuestra biblioteca que aún en remodelación ya tiene algunos títulos listos para leer.

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